Editorial octubre
LA EVANGELIZACIÓN Y LA PAZ
 
Y a en su exhortación programática sobre "la alegría de evangelizar” (2013), Francisco señalaba que la paz no se puede reducir a una ausencia de violencia, sobre todo si es impuesta por unos pocos con perjuicio de los más pobres y débiles; o a una ausencia de guerra, en equilibrio inestable. La verdadera paz no puede ser una paz meramente negociada, sino solo un fruto del desarrollo integral de todos.
 
En distintos momentos y documentos, la Iglesia ha expresado su conciencia de que evangelizar constituye el principal aporte a la paz, y que la autenticidad de la evangelización se mide por la capacidad de atender y acompañar las distintas situaciones sociales de las personas y las comunidades.

"La doctrina social es parte integrante del ministerio de evangelización de la Iglesia.
Todo lo que atañe a la comunidad de los hombres -situaciones y problemas relacionados con la justicia, la liberación, el desarrollo, las relaciones entre los pueblos, la paz- no es ajeno a la evangelización, ésta no sería completa si no tuviese en cuenta la mutua conexión que se presenta constantemente entre el Evangelio y la vida concreta, personal y social del hombre" (Compendio de la Doctrina social de la Iglesia, 66).

En la Evangelii Nuntiandi (31), el Papa Pablo VI señala que "entre evangelización y promoción humana existen lazos muy fuertes; vínculos de orden antropológico, de orden teológico y de orden eminentemente evangélico".

Todo lo anterior nos debe ayudar a entender que la evangelización pone los cimientos y marca las rutas para una paz estable y duradera y mucho más que eso, pues la evangelización implica abrir las puertas a la fraternidad, a la unión de las comunidades y a la comunión de los santos.

Por eso, también podemos decir que mientras no haya en un lugar o en un pueblo una evangelización seria y continuada habrá un déficit de paz y de convivencia.

Para nosotros los creyentes, clamar por la paz es clamar por la obra evangelizadora y, así mismo, clamar por la presencia y la integralidad de la misión de la Iglesia en un territorio o en un grupo humano. De igual manera, la Iglesia entiende que su fidelidad y honestidad con cada hombre y cada comunidad implica, en primer lugar, tomar en serio la tarea evangelizadora, como bien está expresado en Evangelii Nuntiandi 14.

Con razón ya en tiempos antiguos pregonaba el profeta: "qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la buena nueva y anuncia la victoria, que dice a Sión: ya reina tu Dios" (Isaías 52,7).

Fecha: 26 de Octubre de 2018
Lugar: Colombia
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